observo el surco liso y muerto de los años.
He recorrido la historia de las
piedras
con caminar de paso adelantado
y la frágil seriedad
de un fusil en la espalda.
No me arrepiento de hollar el mundo
ni de hablar por encima del suelo:
fue siempre necesidad de la
existencia
y de no encontrar lugar
donde hallar la lluvia.
El resto es un ademán de palabras
que llena el surco de piedras.
Entonces cruzamos dos miradas,
despejo las incógnitas
y desciendo con la alegría
de haberme confundido de huellas.
Gracias por leer este poema.
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Enrique Forniés Gancedo
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